Mensaje de Navidad 2022 del Obispo Presidente Michael Curry: “Amor, siempre”

Hola. Me encuentro en la iglesia St. James Church by-the-Sea en La Jolla, California. Quiero dar las gracias al rector, al clero, al personal y a la buena gente de esta iglesia por permitirnos enviar el mensaje de Navidad a la Iglesia Episcopal desde esta maravillosa y bella congregación.

Existe un villancico el cual me parece que no es tan conocido en Estados Unidos, creo que es más conocido en Gran Bretaña, que dice más o menos así: “El amor descendió en Navidad. El amor todo encantador. El amor divino. El amor nació en Navidad. La estrella y el ángel dieron la señal. El amor descendió en Navidad”.

A medida que me voy poniendo más viejo, se me va haciendo cada vez más claro que Dios vino a este mundo en la persona de Jesús por un motivo y por nada más: Vino a mostrarnos el camino de la reconciliación y de la relación correcta con el Dios, creador de todos nosotros, y de la relación correcta entre nosotros, hijos de ese único Dios creador de todos nosotros y de todas las cosas.

Jesús vino a mostrarnos la manera como debemos vivir, reconciliados con Dios y reconciliados unos con otros, y nos enseñó que la manera de hacerlo es el camino del amor de Dios. Porque el camino del amor de Dios es el camino de la vida de Dios. Ésa es la esperanza para nuestras familias, de nuestras comunidades, de nuestras sociedades. Es, de hecho, la esperanza para el mundo entero. Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito… y el amor descendió en Navidad.

Vean, ya tengo 69 años. Podríamos decir que algo de experiencia he acumulado a lo largo de estos años. Si bien es cierto que las palabras de mi mensaje pueden sonar bonitas, también es cierto que es el tipo de mensaje que todos esperamos escuchar de una iglesia, ¿cierto?  Pueden estar pensando, “La idea es bonita, pero demasiado ingenua, demasiado idealista, muy poco realista…” Está bien, pero pensemos un momento, ¿cuál es la alternativa? ¿Necesito recordarles los nombres? Uvalde. Vestavia Hills. La Sinagoga del Árbol de la Vida. Club Q en Colorado Springs. Ucrania.

Entonces, por eso les digo que el camino del amor de Dios no es ingenuo, no es irrealista… sino que es el único camino que hay. Es el camino hacia la vida para todos nosotros. El Dr. King lo expresó muy bien cuando dijo, “La oscuridad no puede vencer a la oscuridad; sólo la luz puede vencerla. Y el odio no puede vencer al odio; sólo el amor puede vencerlo”. El amor llegó en Navidad. “Amor, siempre”… la expresión que estamos comenzando a usar en esta nuestra iglesia episcopal, “Amor, siempre”.

A principios de este año, fui a la iglesia episcopal metodista africana Mother Emanuel AME en la ciudad Charleston y participé en la séptima conmemoración de los asesinatos de los mártires de Charleston. Quizá recuerden ese caso que ocurrió hace ya varios años: Un día, cuando los miembros de la iglesia se encontraban reunidos para su estudio de Biblia, entró un hombre al que dieron la bienvenida e invitaron a sentarse con ellos. Ese hombre se volvió contra ellos y asesinó a muchos.

Pues resulta que fui a la séptima conmemoración de la masacre, para honrar y recordar a los fallecidos, para dar gracias a Dios por las personas que ayudaron, los socorristas, el personal médico…  pero también la conmemoración se convirtió en algo más.  Fue un momento para comprometernos, no sólo un momento para alzar las manos en señal de desesperación, sino de tendernos la mano los unos a los otros, de disponernos a trabajar, de tomar la mano de Dios y de tomarnos la mano los unos a los otros y de hacer la obra difícil y santa del amor que trae la sanación, que trae la esperanza, que nos une y nos eleva para ser todo lo que Dios sueña y pretende que todos seamos.

El amor descendió en Navidad. Amor, siempre, porque el amor es el camino. Es el camino que Jesús nos enseñó basado en las antiguas enseñanzas de Moisés: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Es el primer y gran mandamiento. Y el segundo mandamiento va por esa línea también: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pues de esos dos mandamientos se desprenden y dependen todas las leyes, todos los profetas, todo lo que Dios ama, porque Dios es amor.

El amor descendió en Navidad. Por eso, convirtamos esta Navidad en un momento para volver a dedicarnos a la obra del amor en el mundo. Tal como lo describiera Howard Thurman hace ya mucho tiempo: “Cuando el canto de los ángeles se apaga, cuando la estrella y el cielo se van, cuando los reyes y los príncipes están en casa, cuando los pastores vuelven con sus rebaños, entonces comienza el trabajo de la Navidad. Encontrar al perdido, sanar al quebrantado, alimentar al hambriento, liberar al prisionero, reconstruir las naciones, llevar la paz a los demás, hacer música con el corazón”.

Porque el amor descendió en Navidad y nuestro trabajo es amar, siempre. Que Dios los ame. Que Dios los bendiga y que Dios nos sostenga a todos en esas manos todopoderosas de amor. Feliz Navidad.

Ilustrísimo Michael B. Curry
Obispo Presidente y Primado
Iglesia Episcopal

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