La iglesia se está fragmentando, no dividiéndose

The Rev. Dr. William B. Lawrence..Photo by Todd W. Lawrence.

Para varios/as metodistas unidos/as lo que está sucediendo en este momento en la denominación se enmarca como una “división”. Desafortunadamente, un marco puede llamar más la atención que lo que encierra y eso puede ser algo malo. Un marco barato puede disminuir la belleza de un buen boceto mientras que un marco llamativo puede distraer el enfoque de lo que está en la imagen. Si un marco no es visual sino verbal, una frase florida puede hacer que una cuestión moral compleja parezca diferente, o un titular puede tergiversar un informe.

Recientemente, por ejemplo, los/as miembros de una clase de adultos/as los domingos por la mañana en una iglesia grande en Tejas recibieron un correo electrónico del presidente de su clase, quien escribió: “La división tan esperada en La Iglesia Metodista Unida (IMU) ahora está ocurriendo”. El correo electrónico instó a los/as miembros de la clase a asistir a una sesión dirigida por uno de los pastores de la congregación sobre esta “división”.

Pero enmarcar la situación de la iglesia como una “división” sugiere que nos estamos dividiendo en dos grupos. Ese marco nos distrae de la verdadera imagen porque lo que está sucediendo en La IMU no es una división. El anuncio de que una nueva denominación “metodista” comenzará el 1 de mayo no es evidencia de que una “división largamente anticipada” en el metodismo unido “está ocurriendo ahora”. Eso es sólo un marco de distracción ya que La IMU no se está dividiendo en dos partes; lo más probable es que se esté astillando.

Hay muchas líneas divisorias en la denominación que comenzó hace 54 años. Seguimos divididos racialmente, aunque nos desagregamos formalmente en 1968. Afirmamos nuestra unidad global pero luchamos con nuestra diversidad global; no estamos de acuerdo con las políticas públicas, como quién debe tomar la decisión final sobre el aborto, si los gobiernos deben brindar atención médica para todos/as y si la homosexualidad es incompatible con la enseñanza cristiana. Muchos de estos asuntos están en nuestros Principios Sociales como temas de discusión inspiradora, no de división institucional; para reflexión pastoral, no para dividir a los/as seguidores/as de Jesucristo en discípulos/as “fieles” y “falsos/as “.

Pero algunos marcos fuerzan los problemas en términos politizados. Una frase puede poner un tema en un lenguaje político en lugar de pastoral y desviar el enfoque. En 2000, por ejemplo, la Conferencia General agregó a los Principios Sociales la frase con carga política “aborto por nacimiento parcial”, un término que no es un procedimiento en la práctica médica sino una expresión emocional de retórica partidista. Se convirtió en un nuevo marco para nuestros Principios Sociales, forzando un asunto moral complejo para la conversación pastoral en una especie de combate político.

Ese es también el error al usar la palabra “dividir” para describir la situación actual en nuestra iglesia, pues en una “división”, las partes que se separan reúnen sus bienes y los dividen. Ocurre cuando un matrimonio se divorcia, cuando se disuelve una sociedad comercial profesional y cuando los/as compositores/as que coescribieron una pieza musical deciden poner fin a su colaboración. Las partes que se “dividen” resuelven sus diferencias acordando cómo “dividir” lo que comparten.

Tales cosas han sucedido en la iglesia, como cuando la Iglesia Metodista Episcopal de los Estados Unidos se “dividió” por la esclavitud en 1844, los/as metodistas del norte y del sur pasaron más de un mes en la Conferencia General más larga de la historia metodista, tratando de decidir cómo “dividir” los recursos humanos y materiales del metodismo estadounidense. Sin embargo, en otras ocasiones, la iglesia se ha desmoronado pieza por pieza, dejando las astillas esparcidas en muchos lugares. Lo que está sucediendo ahora en el metodismo unido es otra fragmentación. 

Mediante un proceso de desafiliación que la Conferencia General promulgó en 2019, las congregaciones abandonan La IMU al solicitar y recibir la aprobación de sus conferencias anuales para irse, conservando sus propiedades y sus activos financieros. Se están astillando en una variedad de direcciones: una iglesia en Alabama está huyendo a la Iglesia Metodista Libre. Y una iglesia en Houston se unió a la Iglesia Unida de Cristo, mientras que otras están tratando de convertirse en congregaciones independientes.

Y estos procedimientos solo se aplican a las iglesias locales. El clero son miembros individuales de sus conferencias anuales. Un/a pastor/a designado/a para una iglesia local que se está desafiliando enfrenta una situación diferente en el proceso de fragmentación. Incluso si el/la pastor/a está de acuerdo en que la desafiliación es lo que debe hacer esa iglesia local, la membresía del/la pastor/a en la conferencia anual y la ordenación o licencia para su ministerio no es parte del proceso de desafiliación.

Los/as pastores/as que apoyen la salida de sus iglesias locales pero que opten personalmente por seguir siendo metodistas unidos/as en la conferencia anual recibirán nuevos nombramientos. Los/as pastores/as que deseen dejar la denominación deben retirarse de la membresía de la conferencia y entregar sus credenciales ministeriales, o deben solicitar la transferencia a otra iglesia o denominación.

El metodismo unido se está fragmentando cuando las congregaciones y el clero se están dispersando en diferentes direcciones. Miembros de la clase de adultos/as en la iglesia de Texas que recibieron un mensaje de que una “decisión largamente anticipada” en el metodismo unido “está ocurriendo ahora” habrían aprendido, si hubieran asistido a la presentación del/la pastora, que su iglesia local no se va de la denominación.

Nos estamos fragmentando, no dividiendo, pero eso no significa que uno sea menos malo que el otro. Tampoco es la primera vez que las astillas del metodismo se han esparcido por el panorama de la historia de la iglesia.

A poca distancia de la casa en el condado de Chatham, Carolina del Norte, donde mi esposa y yo nos hemos establecido como jubilados, se encuentra un hermoso edificio conocido como la Capilla O’Kelly. Su historia se remonta a 1792, cuando un predicador metodista llamado James O’Kelly instó a la Conferencia General a adoptar una moción que habría permitido a los predicadores apelar sus nombramientos a la conferencia si se sintieron agraviados por el lugar al que el Obispo Asbury los enviaba. La moción de O’Kelly fue derrotada por lo él junto a otros predicadores metodistas abandonaron la conferencia y formaron una nueva denominación llamada “Iglesia Metodista Republicana”. 

Aquí y allá, todavía se pueden encontrar algunas congregaciones que se hacen llamar “metodistas republicanos/as”. Tales astillas están esparcidas, pero O’Kelly no siguió siendo un metodista republicano. Se unió a la Iglesia Congregacional, que más tarde se fusionó con la Iglesia Unida de Cristo.

El edificio que lleva su nombre ahora se encuentra en un terreno propiedad de la Iglesia Unida de Cristo, y es administrado por un centro de jardinería local que utiliza la propiedad para sus operaciones de jardinería y alquila la “Capilla O’Kelly” a particulares y grupos para bodas u otras funciones sociales.

Pero ya no es una iglesia; es solo una de las astillas que se han esparcido, como sucede cada vez que los/as seguidores/as de Jesucristo deciden que no pueden tolerar una comunidad de fe centrada en una unidad de oración bajo un Señor, a pesar de las diferencias. Hoy, los/as metodistas unidos están agregando más astillas al residuo del discipulado infiel y roto.

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