De visita en una región que enfrenta desafíos sociales y políticos a menudo diversos y graves, la Secretaria General de la Federación Luterana Mundial (FLM), Rev. Dra. Anne Burghardt, se encuentra en Centroamérica esta semana para escuchar, ver y aprender del testimonio de las iglesias miembros de la FLM y del programa de país de la FLM en Centroamérica.
La región de América Central, donde la FLM está presente tanto a través de sus iglesias miembros como de un programa de Servicio Mundial que brinda ayuda humanitaria a las personas necesitadas, está llena de desafíos de larga data, como la pobreza y el hambre, la violencia, la migración forzada y, no menos importante, la creciente amenaza de un clima cambiante. Al mismo tiempo, es una región en la que las iglesias miembros de la FLM siguen llevando a cabo su testimonio, sobre todo a través del liderazgo de jóvenes, mujeres y hombres que trabajan codo con codo.
En El Salvador y Honduras, el Secretario General Burghardt se reunió con representantes de las iglesias locales de ambos países, así como con representantes de las iglesias miembros de México y Nicaragua y de otros organismos y asociados relacionados presentes en la región.
Vivir el Evangelio en palabra y acción
El 24 de octubre, el Obispo Medardo Gómez, que reunió a líderes eclesiásticos de toda la región en el Sínodo Luterano Salvadoreño en San Salvador, habló de la importancia de dar testimonio del evangelio no solo con palabras, sino también con hechos.
“Hemos aprendido que, como Iglesia, no basta con recordar, sino que es necesario vivir nuestra fe en los hechos y en los hechos”, dijo el obispo, señalando que el programa de Servicio Mundial de la FLM para Centroamérica celebra su 40º aniversario desde su apertura en el país en 1983.

“A lo largo de los años, hemos tratado de crear una iglesia que responda a las necesidades de la gente de nuestro país”, continuó Medardo.
Pastores locales de todo el país presentaron las historias de iniciativas lideradas por líderes de iglesias mujeres y hombres por igual, que buscan de diferentes maneras abordar los traumas de la guerra entre individuos y comunidades, de la violencia de género y los impactos del cambio climático. Su país está viviendo un prolongado “estado de excepción” declarado por el Gobierno, suspendiendo ciertos derechos constitucionales como parte de una respuesta política a décadas de altos índices de violencia de pandillas.
“Nos apoyamos mutuamente para llevar a cabo la obra de Dios en el mundo”, dijo el obispo y agregó: “como iglesia debemos encontrarnos sirviendo a la gente”.
‘Ir a donde Dios nos llama a estar’
Al otro lado de la frontera, en la vecina Honduras, un país marcado por muchos de los mismos desafíos que El Salvador a lo largo de los años, los miembros de la Iglesia Cristiana Luterana de Honduras (ICLH) recibieron al Secretario General en Comayagüela el 25 de octubre, destacando la precaria situación en la que se encuentran muchos hondureños y, en general, muchos centroamericanos, en estos días.
“Estamos viviendo tiempos muy difíciles”, dijo el presidente de ICLH, Rev. Julio Caballero, quien describió una sociedad donde la pobreza, el hambre y las limitadas oportunidades para mejorar las condiciones de vida impulsan a las personas a migrar con la esperanza de un futuro mejor, un deseo que no siempre parece hacerse realidad. Al emprender el peligroso viaje, muchas personas arriesgan sus vidas, incluidos los jóvenes que abandonan el país en busca de mejores oportunidades.

“Somos una iglesia que no solo proclama el Evangelio en las habitaciones de los templos cómodos, sino también en una casa común, o simplemente debajo de un mango o un cocotero en algún lugar de nuestras comunidades. Vamos a anunciar el Evangelio donde el Señor nos llama a estar”, agregó Caballero.
Para la ICLH, el tema de servir a las personas necesitadas y estar presente entre las comunidades más vulnerables parece estar en el corazón de la vivencia del Evangelio.

“Como iglesia aquí en Honduras, servimos en muchos barrios que están clasificados como zonas de alto riesgo. Enfrentamos esto, sabiendo que Dios nos guía, nos protege y nos acompaña”, dijo Caballero. “Cuando nuestra gente no tiene comida, tratamos de proporcionarles algo para evitar que pasen hambre. A través de nuestros muchos pequeños proyectos, siempre tratamos de ofrecer al menos algo que traiga esperanza”.
“Entre los conflictos, la pobreza, el hambre y la desesperación, nos preguntamos, ¿qué podemos hacer como iglesia para dar esperanza?”, preguntó.
La Rev. Belinda Colindres Matamoros, pastora local y punto focal de género en el ICLH, y una de las tres coordinadoras de la Red de Justicia de Género de la FLM en América Latina y el Caribe, destacó específicamente el papel de la violencia de género como una dimensión que se suma al conjunto de causas fundamentales de la migración, particularmente entre las mujeres jóvenes.
Y para la reverenda Lidia Suyapa Ordoñez, quien se desempeña como pastora en la Iglesia Camino de Emaús de la ICLH, la cuestión de cómo mantener la esperanza no solo plantea preocupaciones prácticas inmediatas, sino que conlleva una clara dimensión de género. Reflexionó sobre la necesidad de acceder a cursos de teología en línea con el objetivo de ayudar a ampliar la perspectiva de los pastores a nivel local, pero también para darles acceso a la educación teológica formal.
“Como mujeres en la iglesia, tendríamos que poder acceder a cursos que nos ofrezcan herramientas para el análisis teológico crítico. Necesitamos esto para poder hacer un cambio, para crear las sociedades justas que queremos ver para nuestra gente”, instó Ordoñez.
Reflexionando sobre las historias de las iglesias miembros de la región, el Secretario General Burghardt subrayó que “la cuestión de cuán grande es una iglesia no depende de su número de miembros, sino de su testimonio. Cuando trabajamos para traer esperanza, no siempre hay éxito, pero la verdad es que simplemente no tenemos la libertad de renunciar a ella. Como dice el profeta Zacarías, somos “prisioneros de la esperanza”, llamados a hacer más visible en el mundo la nueva creación de Dios. Ayudar a las personas necesitadas, dar voz a aquellos que de otra manera no son escuchados, es muy importante”, concluyó Burghardt, cuya visita continuará para ver el trabajo del programa de Servicio Mundial de la FLM en el terreno.