Sermón de coronación del arzobispo de Canterbury

King Charles III wearing the St Edward's Crown and Queen Camilla wearing the Queen Mary's Crown during their coronation ceremony in Westminster Abbey, London. Picture date: Saturday May 6, 2023. 72038769 (Press Association via AP Images)

El Arzobispo de Canterbury Justin Welby pronunció el siguiente Sermón para la Coronación de Sus Majestades el Rey Carlos III y la Reina Camila el 6 de mayo en la Abadía de Westminster.


Estamos aquí para coronar a un Rey, y coronamos a un Rey para servir.

Que es dado hoy es para beneficio de todos. Porque Jesucristo anunció un Reino en el que los pobres y oprimidos son liberados de las cadenas de la injusticia. Los ciegos ven. Los heridos y los quebrantados de corazón son sanados.

Ese Reino establece el paquete de capacitación DWoVH de todo gobierno justo, de toda autoridad. Y el Reino también establece el significa de todo gobierno y autoridad. Jesús no se apodera del poder ni se aferra al estatus.

El Rey de Reyes, Jesucristo, fue ungido no para ser servido, sino para servir. Él crea la ley inmutable de que con el privilegio del poder viene el deber de servir.

El servicio es amor en acción. Vemos amor activo en nuestro cuidado por los más vulnerables, la forma en que nutrimos y animamos a los jóvenes, en la conservación del mundo natural. Esas prioridades las hemos visto en la vida de deber vivida por nuestro Rey.

Hoy tenemos el honor de estar en esta Abadía con tantos que muestran tanto amor; trabajas con organizaciones benéficas y organizaciones, construyes una comunidad, sirves a la nación en las Fuerzas Armadas, en los servicios de emergencia y muchas otras formas. Al lado hay 400 jóvenes extraordinarios en St Margaret’s, cuyas vidas hablan de servicio. Alrededor del mundo en los Reinos y la Commonwealth hay muchos más. Vives tu vida por el bien de los demás.

La unidad que mostráis, el ejemplo que dáis, es lo que nos une y ofrece sociedades fuertes, alegres, felices y gloriosas. Llevan pesos pesados ​​por nosotros.

El peso de la tarea que hoy os encomiendan, majestades, sólo es soportable por el Espíritu de Dios, que nos da la fuerza para dar nuestra vida a los demás. Con la unción del Espíritu Santo, al Rey se le da gratuitamente lo que ningún gobernante puede alcanzar por voluntad, política, guerra o tiranía: el Espíritu Santo nos atrae al amor en la acción.

Esto lo promete Jesús que se despojó de todo privilegio, porque, como nos dice la primera lectura, Dios dará todas las cosas por nosotros, incluso su vida.

Su trono era una Cruz. Su corona estaba hecha de espinas. Su insignia eran las heridas que perforaron su cuerpo.

Cada uno de nosotros es llamado por Dios para servir. Cualquiera que sea el aspecto de nuestras propias vidas, cada uno de nosotros puede elegir el camino de Dios hoy.

Podemos decirle al Rey de Reyes, Dios mismo, como lo hace el Rey aquí hoy, ‘da gracia para que en tu servicio pueda encontrar la libertad perfecta’.

En esa oración hay una promesa sin medida, un gozo más allá de los sueños, una esperanza que perdura. Por esa oración, por cada rey, cada gobernante y, sí, por todos nosotros, estamos abiertos al amor transformador de Dios.

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