(LWI) – Crear espacios seguros, para que todas las personas puedan hablar y ser escuchadas, reconociendo que la iglesia y su gente son herramientas del Reino de Dios y están en movimiento por la fuerza, la creatividad y la guía del Espíritu Santo, es lo que los y las participantes de la Conferencia de Liderazgo de las Américas acordaron que sería su foco de atención después y de la conferencia en Santiago de Chile.
“Si, como cristianos, vivimos en la gracia de Cristo e individual y colectivamente somos llamados a la acción, podemos restaurar esos “huesos secos”; siendo impulsados por el aliento de vida que el mundo necesita, para que seamos herramientas del Reino de Dios”, dice el mensaje final de la conferencia.
Durante los cinco días, Scheila Dillenburg y el Rev. Dr. Valerio Schaper, del Instituto de Sostenibilidad América Latina y el Caribe facilitaron un ejercicio en el que los asistentes compartieron los desafíos en su contexto y oraron por los afectados por los temas en cuestión. El grupo afirmó que muchos desafíos se han visto exacerbados por la pandemia del COVID-19, destacando el acceso limitado a los recursos económicos, el aumento de la violencia de género, el incremento de la migración en las regiones, el racismo, el abuso de sustancias, la polarización y la teología destructiva.
La Secretaria General de la FLM, Rev. Anne Burghardt, se dirige a la Conferencia de las Américas. Foto: FLM/E.Albrecht
En su alocución con la conferencia, la Secretaria General de la FLM, Rev. Anne Burghardt, dijo que en esta conferencia conjunta de liderazgo de las Américas “vuestra comunión es el nervio y la carne que une los huesos, en los que el Espíritu del Dios Trino puede insuflar esta Palabra vivificante”, refiriéndose a Ezequiel 37 y al tema de la conferencia de liderazgo.
También habló de la importancia de la participación comunitaria en la misión de Dios en el mundo. “En la comunión aprendemos a escuchar y ver la buena noticia a través del testimonio del otro, y la presencia de Cristo nos señala a todos nuevos caminos de liberación y esperanza”.
“En la comunión, aprendemos a transformar nuestras angustias en acción. En la comunión, el Espíritu nos capacita para ser mensajeros de esperanza, especialmente en situaciones que parecen desesperadas”, señaló Burghardt.
El Rev. Dr. Rafael Malpica Padilla, ELCA, habló desde el contexto de los Estados Unidos de América y el Caribe. Foto: FLM/E.Albrecht
Describiendo la reconciliación como un movimiento rítmico del Espíritu que nos invita a ser “co-creadores en la comunidad de Jesús”, el Rev. Dr. Rafael Malpica Padilla, de la Iglesia Evangélica Luterana en América, habló desde el contexto de los Estados Unidos de América y el Caribe, “nuestro contexto misionero ha estado marcado por los grandes “ismos” que han ido revelando lenta pero progresivamente el tejido social de nuestras comunidades”.
“El espíritu nos empuja hacia la misión de Dios: restaurar la comunidad. La restauración de la comunidad pasa por la reconciliación. La reconciliación no es una paz ligera y simple. La reconciliación trasciende las limitaciones y el cautiverio del pietismo político y del quietismo cristiano.”