“Como Comunión Cristiana Mundial global, la Federación Luterana Mundial (FLM) es única en el sentido de que mantiene bajo un mismo techo tanto el trabajo multifacético con las iglesias miembros como nuestro brazo humanitario y de desarrollo, el Servicio Mundial”, dijo la secretaria general de la FLM, Rev. Dra. Anne Burghardt, de visita en América Central, donde el programa de país del Servicio Mundial de la FLM cumple ahora 40 años de servicio a las comunidades necesitadas.
El programa, cuyas actividades se extienden por cuatro países de la región, incluye proyectos en las áreas de medios de vida, cambio climático, derechos humanos y justicia de género, migración, asistencia humanitaria y preparación para desastres.
La FLM se destaca, brindando apoyo a los migrantes que regresan
En medio de una región que sufre desafíos políticos y sociales a largo plazo, como el hambre, la pobreza, la violencia y el creciente impacto de un clima cambiante, el enfoque de la FLM no es solo brindar servicios específicos, sino tender una mano amiga que esté lista para apoyar y ofrecer esperanza, explica Carlos Rivera, coordinador del trabajo de la FLM en Honduras. Un aspecto clave de esa labor es el apoyo a los jóvenes, que en su día tomaron la decisión de emigrar para encontrar mejores oportunidades en la vida, pero que han sido deportados a su país de origen.
“Sin excepción, estos jóvenes regresan con una necesidad de apoyo psicosocial, ya que cuando regresan, están aún peor que cuando se fueron. La mayoría de ellos todavía tienen conexiones familiares en Honduras, pero regresan sin ningún recurso al que recurrir mientras intentan reintegrarse”, agrega Rivera, señalando que para algunos migrantes el viaje también ha implicado contraer deudas que necesitan encontrar una forma de pagar a su regreso.
“Migrar es un derecho. No podemos decirle a la gente ‘no vayas’. Pero lo que sí podemos hacer es darles una mano amiga y una oportunidad para que construyan sus vidas aquí en Honduras y aporten a sus comunidades”, reflexiona Rivera.
A través de un programa centrado en la defensa de la dignidad y el mantenimiento de la esperanza para los migrantes que regresan, la FLM en Honduras apoya este año directamente a 143 jóvenes de entre 18 y 30 años, en sus esfuerzos por construir una nueva vida en sus comunidades.
El proyecto, financiado principalmente por la Iglesia Evangélica Luterana en América, una iglesia miembro de la FLM, incluye la facilitación de la formación profesional para los migrantes retornados, así como la provisión de capital inicial para ayudarles a establecer sus propios negocios a pequeña escala y comenzar a ganarse la vida.
El 26 de octubre, la secretaria general de la FLM, Burghardt, se reunió con algunos de los jóvenes adultos para conocer sus esperanzas y planes para el futuro.
Jeferson Emahu Valle López, participante del municipio de Guaimaca, habló sobre el acompañamiento que ofrece la FLM, y la importancia de ampliar el trabajo para llegar a más personas como él.
“Gracias por brindarnos esta oportunidad. Si Dios quiere, será un éxito, y espero que continúen el trabajo para ayudar a muchos de mis hermanos y hermanas en el futuro”, dijo Valle López, quien se prepara para montar una pequeña tienda de ropa y zapatos en su comunidad.
Si bien la migración es un fenómeno generalizado en toda la región, pocas organizaciones se comprometen, como la FLM, específicamente a apoyar a los migrantes que no están en tránsito, pero que regresan a sus países de origen.
Una de las que está cosechando los frutos de su labor participando en el programa de la FLM es Wendy Susely Cabrera, quien ha establecido un pequeño salón de belleza en su casa en Guaimaca.
Si bien el viaje no ha sido fácil, ella y su esposo hoy pueden mantenerse a sí mismos y a sus dos hijas al obtener ingresos, dice.
Un testimonio de compromiso a largo plazo
Al reflexionar sobre el trabajo del programa para América Central, el representante regional Martin Ruppenthal señala que el apoyo a los migrantes es un enfoque clave en los próximos años, junto con la prevención de la violencia de género, los medios de vida y la resiliencia al cambio climático.
“En el futuro vemos la necesidad de dedicar nuestro trabajo al llamado ‘corredor seco’, que se ve muy afectado por el cambio climático. Nos centraremos en la migración, así como en la justicia de género, no solo trabajando con las mujeres, sino también con los hombres para ayudarles a cumplir un papel que favorezca la igualdad”, dijo Ruppenthal.
“Lo más importante es que el trabajo de la FLM es de acompañamiento. No tenemos recursos infinitos, pero estamos ahí. Y por eso es tan importante que unamos fuerzas con las iglesias, que están trabajando con las comunidades más pobres. Esta es nuestra dedicación, estar con la gente, con la gente vulnerable, con la gente pobre que de otra manera tiene pocas perspectivas”, agregó.
Reflexionando sobre los 40 años de servicio en la región, Ruppenthal continuó observando que “un proyecto de tres años, por ejemplo, puede ser bueno durante tres años. Es como una fiesta. Celebras el resultado después de tres años, pero ¿qué pasa después? Como FLM brindamos un acompañamiento mucho más a largo plazo”, concluye.
Haciéndose eco de este mismo compromiso, la secretaria general de la FLM, Burghardt, subrayó en una reunión el 27 de octubre con el alcalde de Guaimaca, Nelson Chávez, que ser capaz de restaurar y defender la dignidad de otra persona es una de las cosas más preciadas para todos los involucrados.
“Es un gran privilegio trabajar para construir esperanza para las personas necesitadas, y como FLM a través del Servicio Mundial, todos somos parte de este trabajo”, dijo.